Linda Blair
Regan, en El
exorcista (1974)
¿Cómo se la arruinó? Entre las supuestas maldiciones que aquejaron
al filme de William Friedkin y su reparto, debería figurar
el destino de su protagonista. Tras ser nominada al Oscar, la Blair sólo
recibía ofertas de papeles de niña abusada, maltratada o problemática, y tras
protagonizar la secuela El exorcista II: El hereje (1977) fue arrestada por
posesión y venta de drogas. Como ella misma bromea, su carrera "se
hundió más rápido que el Titanic", optando desde entonces
sólo a producciones de terror de serie B. En 1991, Blair protagonizó Reposeída, una parodia del filme
que le dio la fama en la que compartía plató conLeslie Nielsen.
Christopher Reeve
Superman (1978) y
sus secuelas
¿Cómo se la arruinó? Llegado al cine de pura chiripa (lo suyo era
el teatro), rico por su casa y protegido deKatharine Hepburn, Reeve no sólo sufrió el
encasillamiento, sino también su orgullo de actor. Mientras las entregas de Superman iban haciéndose cada vez
peores, el neoyorquino rechazó papeles en películas como Arma
letal, Atracción fatal y Pretty
Woman. Para
colmo, cuando Lo que queda del día le devolvió al ojo
público, augurando una futura carrera como secundario de lujo, Reeve sufrió el
accidente que le dejó tetrapléjico. Falleció en 2004.
Johnny
Weissmuller
Tarzán (12 películas entre 1932 y 1948)
¿Cómo se la arruinó? Vale, sabemos que este atletade origen rumano
no era actor profesional, sino un campeón olímpico de natación. Así mismo, su
fichaje como el rey de la jungla no tuvo nada que ver con su talento dramático,
sino con su condición de tío cachas. Pero recordar lo mal que se adaptó al tonteo de Hollywood (cinco
matrimonios, cinco), su eterno encasillamiento en los seriales de aventuras
selváticas incluso tras quitarse el taparrabos, y su triste vejez (casi se
arruina en un negocio de parques temáticos, y acabó en una residencia) nos da
bastante pena.
Luke Skywalker (La guerra
de las galaxias, 1977)
¿Cómo se la arruinó? La leyenda urbana nos pinta a un Hammill
absolutamente demenciado por culpa de las drogas y de la falta de oportunidades
laborales, creyéndose un caballero Jedi en la vida real. Sea esto verdad o no
(y todo apunta a que lo es) el heredero de Darth Vader tuvo una suerte negra en la
vida real: por mucho que alternase las entregas de Star
Wars con
filmes estimables (Correrías de verano, 1978) o magistrales (Uno
Rojo: división de choque, 1980),
el fin de la saga galáctica significó para él un fulminante regreso al mundo de
los telefilmes y el bajo presupuesto. Y todo ello, mientras su compañero (que
no amigo) Harrison Ford subía como la espuma... ¿Qué
pensará la viperina Carrie Fisher -otra que tal- de esto?
Leonard Nimoy
Spock (Star
Trek, en forma
de series y películas)
¿Cómo se la arruinó? El caso de Nimoy es a la vez trágico y
enternecedor: él, que había sido profesor de arte dramático y que tenía
vocación de artista multidisciplinar (actor, escritor, músico...) comenzó
odiando tanto al vulcaniano de orejas puntiagudas que tituló su
libro de memorias No soy Spock. Después, tras liquidar
al personaje en Star Trek II: La ira de Khan, comprendió que
desprenderse de esa manera de un rol al que debía tantas alegrías, y que pagaba
los réditos de una carrera sin muchas luces, no merecía la pena. De modo que
Leonard volvió a vestir el uniforme de la Federación, llegando a dirigir Star
Trek IV: Misión salvar la Tierra y titulando el siguiente
volúmen de su autobiografía Yo soy Spock. Qué cosas.
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