jueves, 7 de noviembre de 2013

QUE FUE DE LA VIDA DE "NEW RADICALS"








El estrellato es un arma de doble filo, más cuando uno busca desenmascararlo, demostrar su vaciedad. Podés despotricar contra la fama, pero al momento en que ella llega a vos, te vas a encontrar en un lugar contradictorio. Ante ese cuadro, las salidas son dos: o se elige aceptar que ahora estás del bando contra el cual disparabas tus dardos, o bien optás por correrte del foco porque entendés que no es lo tuyo. La segunda opción ilustra la fugaz vida de New Radicals.

La banda en sí tenía como único miembro estable a su líder, Gregg Alexander, un multinstrumentista prodigio de Michigan que a los 20 años ya había grabado dos discos solistas. La experiencia de firmar con discográficas multinacionales le habían mostrado a Alexander las dos caras del estrellato: la glamorosa, que encandila a las audiencias, y la decadente, donde se ven las miserias de sus exponentes.

En cierto modo, el debut y despedida de New Radicals, Maybe You've Been Brainwashed Too(1998), fue un experimento por parte de Alexander. Varias de las canciones abordaban temáticas border de sexo y drogas, pero envueltas en melodías pop. Su único hit, "You Get What You Give", era un misil teledirigido a varias estrellas de rock del momento (Beck, Hanson, Courtney Love y Marilyn Manson), o al menos eso interpretó la mayoría. Lo cierto es que en la estrofa previa, Alexander realiza una dura crítica a varias instituciones estadounidenses (el sistema de salud, la Food & Drug Assocciation, la paranoia que se quiso instaurar con el Y2K), pero nadie reparó en ello.
Gregg comprobó entonces cómo era que funcionaba el star system del cual ahora era parte, y no se sentía nada a gusto con él. Tras ser obligado por su sello a grabar un segundo video clip para promocionar el álbum, emitió un comunicado oficial declarando que el grupo dejaría de existir como tal, ya que aseguraba haber logrado todas sus metas y también descubierto que la dinámica de shows y giras promocionales no eran para él.


Desde entonces, Alexander pasó a un segundo plano, con
el que asegura sentirse más a gusto. Al día de la fecha, lleva ya trece años ininterrumpidos como productor y compositor para otros artistas que van desde Boyzone y Sophie Ellis Bextor, y de Rivers Cuomo a Enrique Iglesias. Su último gran momento llegó en 2003, cuando una canción que compuso para que Michelle Branch cantase en el disco Shaman de Carlos Santana ("The Game of Love"), le valió un Grammy en la categoría Mejor Colaboración Pop. Alexander nunca renegó de este premio, lo que lleva a pensar que lo que buscaba era su lugar en la industria, aunque haya sido tras las sombras.

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